
40 años dedicados a la distribución
de los mejores productos veterinarios
“Cuando conocí a su papa, admiraba como don pepe y doña pepita, mis suegros, trabajaban y se acompañaban en giras. Recuerdo verlos en el garage de la casa haciendo y empacando purgantes.
Algo que hicimos luego juntos Adolfo y yo. Siempre admire el espíritu emprendedor de mi suegro, quien en realidad fue un papa para mí. Un señor siempre impecablemente vestido y trabajador de sol a sol. En un abrir y cerrar de ojos se construía el edificio que hoy son las oficinas y bodegas de Disimprove.
Siempre me consideré y ellos a mí como una hija más, por lo que para mi la empresa era no solamente el sustento de toda la familia sino también el negocio por el cual todos trabajamos y cuidábamos.
Mi suegra siempre fue muy celosa de “su propiedad” , algo que creo heredé hasta la fecha. En esta familia todos cuidamos y velamos por la empresa, ella significa para mí ver a mis suegros levantando el lugar que nos daría de comer, nos daría estudio, vivienda y hasta el día de hoy.
Mi esposo Adolfo, siguiendo el ejemplo de su padre y sumándole como empresario y economista, ha llevado a la empresa a un posicionamiento envidiable y admirado.
Tanto mis hijos como yo hemos estado sentados en escritorios, empacando pedidos, facturando y repartiendo.
Hoy en día, mi hijo mayor toma las riendas, mi hija médico veterinario, siguiendo los pasos de su abuelo y de su papa, dan continuidad y velan con recelo y amor lo que hace 40 años inició en un garaje.
Entrar a las oficinas de Disimprove es entrar a un lugar lleno de bendición y gratitud. En donde siempre los valores, la ética, el profesionalismo y el calor humano han sido sus más altos estándares. Y eso se respira, un ambiente de familia, de esfuerzo y sacrifico, de cosecha y bendición.”
Vanessa Adams
